Nunca Solo
“Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios” Isaías 50:4
Una de las características de nuestra época es el creciente número de personas que viven en soledad, privadas del contacto humano por varias razones. Esta soledad es la contrapartida de la agotadora existencia que llevan muchas otras personas a quienes les espera una suerte parecida cuando se jubilen. Soledad de los ancianos privados de su cónyuge, cuya vida demasiado a menudo se acaba sin meta ni esperanza; deprimente soledad causada por el divorcio, por la falta de trabajo, por la enfermedad física o mental etc.
Los hospitales, las clínicas y casas de reposo están superpoblados, pero cada individuo a menudo se halla solo con su problema. Soledad aun de muchos niños entregados a su suerte mientras su padres trabajan.
No terminaríamos de enumerar esa creciente marea de necesidades que se resume en no ser dejado solo.
Nosotros, comprendamos mejor nuestro deber de presentar al divino Amigo a esos seres aislados. La Voz del Señor tiene que hacerse oír a través de nosotros.
Pero, así como para escuchar una radio emisora se debe sintonizar con la correcta longitud de onda, el cristiano sólo será un testigo de Cristo en la medida que esté atento a la conocida voz del Señor.
En el transcurso del día, esa voz debería constituir una suave onda musical, tranquilizadora y permanente, que persiste pese a las ruidosas ” interferencias”, de las cuales a veces fácilmente podríamos deshacernos.
“Habla , Jehová, por que tu siervo oye” 1 Samuel 3:9.
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